miércoles, febrero 11, 2009
La temporada “fiestosa-familiar” de Navidad concluyó este fin de semana en el zoo de la ciudad. La relativa cercanía de los cumpleaños de nuestros “pedazitos” con el nuevo año, año tras año, nos mantiene dos meses en perpétuo estado de excepción. Diciembre y enero son meses muy activos. El sábado pasado, además de dar de comer a un oso polar y aguantar a una banda de impresentables bajitos a punto de entrar en la edad del pavo en el restaurante, dormí 11 horas al volver a casa. No es para menos. Los profesores de educación primaria son los mártires confesos de nuestro tiempo. Paciencia.
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